

El cuerpo y la pertenencia
¡Llevamos más que nuestras propias historias!
Nuestros cuerpos reflejan generaciones de supervivencia, hábitos y acuerdos tácitos transmitidos a través de los sistemas familiares. Estos patrones profundamente arraigados moldean cómo nos movemos, nos relacionamos y nos sentimos seguros en el mundo, a menudo sin darnos cuenta. Aprendemos a pertenecer antes de aprender a hablar.
La postura, el movimiento, la respiración: todo refleja los roles que asumimos para mantenernos conectados y seguros en nuestro entorno temprano. Con el tiempo, estas adaptaciones pueden volverse limitantes, provocando incomodidad, tensión crónica o estancamiento emocional.
A través del trabajo corporal y enfoques sistémicos como las Constelaciones Familiares, exploramos estos patrones corporales. Al tomar consciencia de lo heredado y de lo que ya no nos sirve, comenzamos a cambiar. Podemos suavizar viejos roles, realinearnos con nuestra estructura natural y crear espacio para nuevas formas de ser.
Un regreso a la alineación natural
Cuando el cuerpo recupera la tranquilidad (a través del tacto, el movimiento y la presencia), recuerda.
La respiración se profundiza. El sistema nervioso se tranquiliza. La conexión a tierra regresa. Este estado natural de alineación vertical fomenta no solo la postura, sino también una profunda sensación de autoconfianza y conexión.
A medida que liberamos viejos patrones, a menudo nos encontramos más resilientes, creativos y capaces de realizar cambios significativos.
Avanzando hacia lo que sigue
Este trabajo es más que alivio: se trata de reconexión.
Al honrar la sabiduría del cuerpo y el linaje del que provenimos, obtenemos claridad y valentía para avanzar. Empezamos a escribir una nueva historia de pertenencia, arraigada en la elección, la presencia y la posibilidad.